Cómo lo hacemos

Para que un cliente decida escogernos, es fundamental explicar de qué manera trabajamos. Generalmente nos basamos en una imagen, una fotografía del psicólogo y decidimos si será el terapeua más adecuado para nuestra problemática. Solemos leer además, qué tipo de modelo teórico sigue ese psicólogo y dependiendo de nuestros conocimiento en psicología, aceptamos o no. Pero… ¿Cómo trabaja un psicólogo? ¿Caules son sus valores?

Como psicólogos, orientadores y terapeutas, conceptualizamos la relación terapeuta-cliente fundamental en el recorrido de este camino. En las primeras sesiones determinamos (cliente y terapeuta, conjuntamente) qué problemática se presenta y cuales son los objetivos a alcanzar. El cliente siempre es conceptualizado como una persona activa en todo el proceso, se le escucha, se le entiende y se le tiene en cuenta. Es habitual escuchar clientes que cuando han acudido al psicólogo, éste le envía unos “deberes” o le manda una serie de “actitudes y comportamientos” que se alejan de sus propios pensamientos. ¿Qué queremos decir? Si un cliente viene a consulta porque tiene una relación tensa con un familiar y el psicólogo le acaba sugiriendo que hay que poner distancia o romper la relación, muchas veces esa sugerencia hace que el cliente no se sienta cómodo. Quizás lo que busque son técnicas para resolver situaciones conflictivas con ese familiar de manera más adaptativa en vez de romper esa relación. En ese sentido, el psicólogo debe de escuchar los pensamientos y sentimientos que surgen a raiz de “x” conductas que se les sugiere realizar. Así pues, enfatizo los pensamientos, las emociones y los sentimientos de nuestros clientes. El camino hasta alcanzar un objetivo debe de realizarse de la mejor forma posible, sin crear sentimientos de culpa, ni remordimientos.

Cuando hablamos de la persona activa o del cliente activo, nos hacemos referencia a que éste debe de participar en todo el proceso. Los psicólogos debemos de dar las herramientas necesarias para que el cliente sea autónomo, sea capaz de por si mismo tomar sus propias decisiones en situaciones o problemas futuros y no depender de su psicólogo de confianza de por vida. Mi forma de trabajar va orientada a ofrecer recursos, técnicas y herramientas de las cuales mis clientes las podrán utilizar en múltiples situaciones. El proceso terapéutico debe de ser orientado a ayudar al problema actual, pero también ofrecer las herramientas necesarias para que mi cliente no dependa de mí. Por ejemplo, si unos padres llegan a consulta porque su hijo tiene un problema específico, puedo ayudarles a solucionar ese problema específico, pero mi obligación y mi ética profesional se sustenta en ofrecerle herramientas adicionales a esos padres para futuros problemas. Que sean ellos capaces de resolverlos. Por ese motivo, el trabajo con niños y adolescentes debe de ir más allá de la terapia infanto-juvenil. Los padres son parte del proceso y tendrán todas las herramientas para ser capaces de educar a sus hijos desde una educación positiva de la cual trabajamos.

En resumen, primero establecemos una relación terapeuta-cliente basándose en la escucha activa, la asertividad y la empatía. Entendemos el problema actual, marcamos unos objetivos y ofrecemos recursos y herramientas para posibles futuros problemas. Sin olvidar que el cliente en muchas ocasiones dispone de herramienas y recursos pero el problema actual le imposibilia acceder a ellos. Aquí es donde nuevamente entro: descubrir esas herramientas y hacer uso de ellas, y además enseñarles de nuevas.